Es mayor, divertido, amable. De vez en cuando, una vez a la
semana o al mes, se acerca a la enorme librería del centro a leerse un capítulo
de ese libro.
“Sabe, me dice, es un libro muy corto y la letra es muy
grande, pero cuesta 30 euros”
El libro son 25 relatos de capitanes de barco que narran sus
peores viajes.
“169 páginas y el papel es gordísimo”
Lleva un abrigo verde y unas gafas de pasta redondas,
demasiado pequeñas para su cabeza, donde reina ya la calvicie de la edad.
“Sabe, repite, conozco las historias de tormentas, yo he
trabajado en un barco. No en cubierta, sino en las máquinas”
Le comento que se acerque al vendedor y le ofrezca la suma
que vea oportuna (10 euros).
“Claro, si lo tuviese en mi casa lo leería en 8 horas, pero
si se enterasen de que me estoy leyendo el libro en la tienda sin la intención
de comprarlo, me echarían, me prohibirían la entrada. Así son, solo les
interesa el beneficio. (¡Yo pensaba que el beneficio era que la gente leyera¡)
Así es en Alemania, así son. Usted es alemán, verdad?”, me pregunta, yo le
contesto que soy español. Me dice que
esto es así en Alemania.
Antes me había preguntado la hora, eran las 17:54, ahora se
levanta y se fija en la página por la que va y me dice que este año lo acaba.
Es el 10 de diciembre del 2007. Sonriente se levanta y se va despidiéndose. Yo
saco mi cuaderno y empiezo a escribir lo ocurrido, él seguramente habría ido a
dejar el libro en su sitio, o quiensabe si lo esconde. Aunque no lo creo, ya me ha dicho que cada vez
es un volumen diferente.
Yo escribo y le veo bajar las escaleras de esta enorme
tienda de libros de 6 plantas. Lleva un abrigo verde y una mochila roja. Me
mira y con sonrisa de cómplice me dice “Adiós”.
Pequeñas historias de las tuyas :) ¿Estás escribiendo relatos? Besitos
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